Monseñor Jorge Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, recordó que “en varias culturas y desde tiempos antiguos se ha visto a la Tierra con características maternales” y puntualizó: “La Biblia narra el origen de la humanidad mostrándonos a Dios modelando al primer hombre de barro (tierra y agua) y dándole aliento de vida; y anticipando el abrazo final al momento de la muerte ‘recuerda que eres polvo, y al polvo volverás’”.
“Relatos espirituales, poemas, cantos, cuadros, esculturas… Con profundidad y belleza nos sacuden del letargo y borrachera en que nos sumerge el materialismo consumista. Vivimos como anestesiados ante el dolor de la madre. San Pablo nos decía que ‘la creación entera gime y sufre dolores de parto’, y quién si no una madre es la que experimenta los dolores del parto”, profundizó.
El arzobispo sanjuanino reconoció que “algunos temen hablar de la ‘madre tierra’ pensando que corren el riesgo de asumir una religiosidad ajena al cristianismo”; pero, señaló, que “hay varios ejemplos en la Biblia y la tradición de la Iglesia de un uso adecuado de esta analogía”.
“Esta dimensión femenina nos la muestra pródiga y generosa en la entrega de sus frutos, a la vez que avasallada cuando no se la respeta y se abusa de ella. Como toda madre se alegra de ser casa acogedora de la gran familia humana. Y también sufre por el maltrato de sus hijos. Por eso, en este Día de la Madre quiero dedicar estas líneas a nuestra madre querida, la tierra, que nos necesita de modo urgente”, explicó.
“Sus ríos son venas por las que circula el agua que da vida a cada rincón del Planeta. Sus bosques, pulmones por los cuales ella y sus hijos respiramos. Sus montañas y abismos expresan el poder y magnificencia de su creador. El hermano Sol y la hermana Luna se conjugan en armonía para dar luz, calor, distinguir un rostro de otro. La luz da vida y rompe el anonimato al cual nos condenan las tinieblas”, subrayó.
Monseñor Lozano afirmó que la biodiversidad “rica y abundante asegura posibilidades de alimentos, medicinas, colores, aromas, texturas. No solamente utilidad, sino también belleza que expresa el cuidado de Dios por cada una de sus creaturas”.
“San Francisco de Asís nos ha enriquecido con su espiritualidad, haciéndonos gozar de su hermosura. Él nos invita a mirar desde una perspectiva de familiaridad nuestros vínculos con todo lo creado”, aseguró.