El libro escrito por la italiana Nunzia Locatelli y por la santiagueña Cintia Suárez hace referencia a la historia de vida de María Antonia de Paz y Figueroa, quien será canonizada por el Papa Francisco I el próximo 11 de febrero de 2024. Participaron de la presentación, junto a las autoras del libro, el Dr. Paolo Ruffini, la embajadora Argentina ante la Santa Sede, María Fernanda Silva y Andrea Tornielli y Lucio Ruiz.
El gobernador es autor del prólogo del libro que fue presentado hoy ante cientos de personas en la Filmoteca Vaticana, pero la situación actual que atraviesa el país, lo ha llevado a tomar la decisión de no participar en persona del evento, atento a la necesidad de priorizar la atención y gestión de los asuntos críticos que enfrenta la Nación, tal como lo expresa en la carta de excusa enviada a Su Santidad.
Sin embargo, a través de un video enviado a Roma, el mandatario pudo expresar su ferviente deseo de que la canonización se haga en Santiago del Estero, la tierra natal de Mama Antula, ya que –según indicó- contar con “la presencia del Papa en nuestra tierra sería una bendición que los santiagueños atesoraríamos para siempre”.
Por su parte, Cintia Suárez habló sobre la importancia de Mama Antula como madre espiritual de la Patria Argentina, ya que por la Santa Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires pasaron los próceres de mayo Cornelio Saavedra, Juan Bautista Alberdi, Mariano Moreno.
Explicó además el origen quichua del nombre de la santa. Relató también hechos prodigiosos que protagonizó Mama Antula y expresó su emoción por la posibilidad de presentar este libro en El Vaticano. “Como argentina y santiagueña me siento muy honrada de representar a mi país a través de Mama Antula en El Vaticano. Agradezco esta posibilidad al Papa Francisco, quien hace posible que muy pronto Mama Antula sea declarada santa”, dijo.
A su turno, la italiana Nunzia Locatelli hizo una semblanza desde el nacimiento de Mama Antula hasta su llegada a Buenos Aires. “Mama Antula tuvo que superar adversidades, todo el rechazo de autoridades hasta que consiguió los permisos para volver con los ejercicios espirituales ignacianos en plena prohibición de todo lo jesuita”, reseñó, para luego destacar la importancia de esta mujer laica que llevó adelante una actividad arriesgada en pleno siglo XVIII.